La guerra urbana está arrastrando hacia la ilegalidad a los niños y las niñas de las ciudades, y esa es la manera más segura de arrasar a una sociedad y perpetuar la ilegalidad.
Por la impunidad que la ley les da, los menores son los más apetecidos para enrolarlos en la guerra, en la ilegalidad, en el tráfico de armas y en el microtráfico. Y de los menores, los más apetecidos son los de 12 a 15 años por su más alta inimputabilidad y luego siguen en apetencia de los criminales, los de 15 a 18 años.
En Medellín, hay cerca de 2.500 menores de 15 años como miembros de las Bacrim. Y hay cerca de 3.500 menores de 18 años involucrados en las bandas criminales. Y todo esto, sin contar a los menores que hacen las veces de carritos o de campaneros, en actividades ocasionales, que pueden ser más de 5.000 en transporte de drogas y armas; o sirven como informantes a las bandas criminales. En otras ciudades, la situación va creciendo en proporción a Medellín.
Se está construyendo una generación que siempre encuentra sucesores en la guerra. Muere un criminal y siempre es remplazado por dos o tres más. Unos matan a otros para ascender en las jerarquías criminales y quedarse así con el pírrico dinero que les produce el delito. Capo muerto, capo puesto es el innoble principio con el que crece la juventud.
Es necesario construir un nuevo orden social con normas severas que construyan zonas de exclusión contra la violencia para los menores y evitar así que la ilegalidad se reproduzca utilizando la candidez de nuestros menores.
La educación de los menores de 15 años es obligatoria por Principio Constitucional y se debe hacer cumplir ese mandato legal. Un niño sin educación es un niño sin patria. La patria no es sólo un territorio, es ante todo el patrimonio cultural que tenga la sociedad. Es urgente que la ciudad obligue a estudiar a todos los menores. Que les dé facilidad. Que apropie los recursos. Que les ofrezca alimentación a quienes no la tengan incluyendo sábados y domingos. Que les entregue dotación escolar como computador e internet gratis a quienes no tengan capacidad económica para adquirirlo. Y en fin, que no exista ningún argumento del menor para estar en la calle sin estudiar. Esta medida debe contener una estrategia para recoger durante el día y la noche a los niños y niñas que no estén estudiando y llevarlos con respeto y afecto a una granja de reeducación hasta tanto aparezcan sus padres para que se comprometan a educarlos tal como manda la constitución política.
Ante la situación del abuso nocturno de los menores en prostitución y microtráfico, debe decretarse el toque de queda, o restricción en la circulación para los menores de 15 años de edad después de las 11 de la noche. El menor que salga después de esa hora, lo deberá hacer en compañía de sus padres o acudientes para protegerlos de la explotación que los delincuentes hacen de ellos hacen.
El Arte tiene grandes poderes no utilizados para hacer ciudadanos éticos y maravillosos, y para que los menores de los barrios populares muestren sus verdaderos talentos. Es necesario ensayar el Arte contra la Violencia, y aprovechar que las escuelas públicas tienen demasiado tiempo libre para sus estudiantes. El Estado debe mantener una oferta cultural y deportiva ambiciosa y permanente para los escolares en las horas que no están en el colegio. Hay que volver a la formación en las Orquestas sinfónicas escolares que formaron más de 5.000 menores y que el Papa Juan Pablo II los invitó a abrir el día mundial de la Juventud en el Vaticano. Hay que hacer Escuelas de Teatro y llenarlas de niños y niñas. El Grupos de Coros y Cantores tuvo más de 10.000 jóvenes y lo han dejado agotar. Las Escuelas Populares de Arte hay que masificarlas para que ayuden a formar nuevos y buenos ciudadanos.
Y el Deporte hace milagros en el comportamiento ciudadano. Las Escuelas Populares del Deporte con entrenadores bien calificados hay que acrecentarlas para ayudar a construir una nueva generación que se la juegue por la vida y no por la muerte. Que los jóvenes vivan para la patria y no que mueran por ella, como decía Luis Carlos Galán.
Y en fin, hay que crear con urgencia, La Defensoría de los Niños que sea capaz de crear zonas de exclusión contra la violencia y la ilegalidad para los menores.
No se puede ser por más tiempo ser indiferente al problema de riesgo que tienen los menores de ser herederos activos de la delincuencia y la ilegalidad. Hay que arrebatarle los menores a las bandas criminales. Directa o indirectamente, en la ciudad hay más menores trabajando con las bandas criminales que policías cuidando la ciudad. Ese solo, es un indicador escalofriante. Excluir a los menores de las manos criminales no solo es una obligación por el derecho universal de los niños, sino porque de lo contrario, la paz será para nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario