miércoles, 10 de agosto de 2011

Las vacunas: ¡Horror ilegal!

Nuevamente arremete la violencia en las calles y comunas de Medellín, y en la semana que recién pasó, fueron asesinados, entre muchos, un músico comprometido con el movimiento musical hip hop en la comuna 13. Igualmente fue asesinado otro conductor de bus en el marco del delito conocido como “la vacuna” que desangra silenciosamente a las empresas de transportes del municipio y que parece no tener fin ni control por parte de las autoridades. Las autoridades, en lugar de arremeter contra los delincuentes que no dejan prosperar la libre empresa, deciden iniciar sanciones a los legales, a las empresas de transporte. Qué horror!

La llamada “vacuna”, o extorsión masiva, se ha impuesto a ojos vistos en Medellín como estilo de comportamiento ilegal. En la ciudad se “vacuna” silenciosamente, sin mayores sobresaltos y se disfraza como un pago a una seguridad privada voluntaria que, en el fondo, nos enrostra la incapacidad del estado para asumir su función constitucional de proteger la vida y la economía de sus ciudadanos.

Donde hay “vacuna” no hay estado y de allí la gravedad del asunto! Si en Medellin se extorsiona o “vacuna” en más del 70% del territorio, es porque NO hay presencia de estado en toda el area urbana.

“La vacuna” se cobra en todas las actividades y medios sociales: a transportadores, a comerciantes de todas las categorías, a venteros ambulantes, y en todo el territorio de la ciudad: En el centro y en la periferia. La gran telaraña de la ilegalidad en Medellín invade y carcome la legalidad.

“La vacuna” se cobra también por supuesta “protección” y vigilancia a residencias, aún al lado de estaciones de Policía o de entidades del estado, lo cual enrostra los altos niveles de ilegitimidad y de ilegalidad en que se debate la ciudad. Es decir, la ciudadanía paga impuestos legales para seguridad pero también paga impuestos ilegales para paraseguridad.

En fin, “la vacuna”, tristemente, hace parte de la cotidianidad de la ciudad y ya parece que se volvió paisaje; es como si la ciudadanía se haya acostumbrado a convivir con esta actividad delictuosa, lo cual además de afectar la economía de la gente, ya que se vuelve un nuevo impuesto indignante, nos enrostra la des institucionalización de la ciudad en un tema esencial como es el de la seguridad y el control estatal del territorio urbano.

El único delito grave en Medellín no es el de los homicidios, sino también el de “la vacuna” que, unida a la extorsión y las plazas de vicio, conforman el entramado de la ilegalidad en Medellín, que debe ser enfrentado con decisión desde el estado y la legalidad. La seguridad urbana cada vez más está en manos de los ilegales.

El Alcalde es el jefe de Policía de su municipio, integrando, por supuesto, al conjunto de las autoridades, para lograr derrotar eficazmente a las redes delincuenciales que han arrebatado la seguridad al Estado!

¡La seguridad ciudadana es derecho de primera generación de la humanidad, hay que recuperarla y defenderla, con decisión implacable!

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